¿Por qué creemos que podemos dejar en manos de ChatGPT a nuestra salud mental?
Es indudable que vivimos en una época donde la inteligencia artificial se está integrando a todos los aspectos de nuestras vidas. Desde planificar nuestras comidas hasta escribir e-mails, desde rutinas de entrenamiento hasta armados de CVs. Herramientas como ChatGPT se presentan como asistentes virtuales de nuestras vidas. Un dispositivo tan incondicional e inmediato, puede generar el fenómeno lógico (o no tanto) de creer que nuestra salud mental puede estar en manos de una IA.
¿Puede o no ChatGPT reemplazar una terapia psicológica?
La respuesta corta es no.
La larga, más profunda, es la que quiero compartir con vos en este texto.
El espejismo de la inmediatez
Estamos rodeados de soluciones rápidas. Pedimos comida por una app, recibimos diagnósticos por Internet, accedemos a respuestas instantáneas sobre casi cualquier tema. Esta lógica de inmediatez puede hacer que creamos que nuestras emociones también pueden resolverse con un “tip”, una respuesta rápida o un consejo bien formulado. Pero la salud mental no opera bajo esas reglas.
La ansiedad, el duelo, el vacío existencial, los traumas, los vínculos, las crisis de identidad, la tristeza profunda o incluso la necesidad de sentido no son errores a corregir, sino experiencias humanas complejas que piden ser escuchadas, pensadas y acompañadas. ChatGPT puede decirte algo amable, puede sugerirte una técnica de respiración o explicarte qué es la ansiedad. Pero no puede habitar con vos el silencio incómodo de un sábado a la noche en soledad, ni puede mirar con vos el mapa interno de tu historia, tus heridas, tus deseos y contradicciones.
No es lo mismo que alguien te escuche a que alguien te lea.
Una terapeuta real no solo “lee” lo que decís, como hace una IA. Te escucha, lo que decís e incluso aquello que no decís. Te mira, registra tus pausas, tu tono, tu cuerpo. Interpreta los silencios, recuerda lo que dijiste hace algunas sesiones y lo conecta con lo que estás diciendo hoy. A veces incluso tolera lo que vos todavía no podés tolerar de vos mismo/a.
La relación terapéutica se construye. No es un servicio que se enciende y se apaga con un botón. Es un vínculo humano. Con todo lo que eso implica: frustraciones, aprendizajes, retrocesos, ternura, resistencia. Nada de eso puede ser simulado por un modelo de lenguaje, por muy avanzado que sea.
Uno de los grandes mitos actuales es que “saber” es suficiente para cambiar. Saber que algo te daña, saber que algo es injusto, saber que te estás exigiendo demasiado. Pero el cambio emocional, psíquico y vital no ocurre solo con información. Ocurre en el espacio de lo vincular, en el trabajo sostenido, en el tiempo y en la palabra que circula con otro ser humano.
ChatGPT puede darte datos, incluso contenerte en cierto nivel. Pero no puede alojarte.
No puede bancarse tu angustia, ni devolverte una interpretación que abra nuevas puertas, ni ayudarte a sostener lo que duele sin anestesia.
El riesgo de reemplazar el vínculo por el algoritmo
Cada vez más personas sienten que hablar con una IA es más “fácil” que hablar con un humano. No te juzga, no se cansa, no cobra honorarios, no tenés que explicar tanto. Pero hay algo en esa lógica que es peligrosa si se transforma en el único modo de vincularse: nos deshumaniza sutilmente.
La terapia (incluso la virtual) es sin duda un encuentro. Es una experiencia de alteridad, de “ser con otro”, de ser reflejado por alguien con formación, ética y presencia real. Reemplazar ese proceso por un simulacro de conversación, por más inteligenteque sea, puede reforzar justamente lo que la salud mental intenta desarmar: el aislamiento, la autoexigencia, la sensación de que no hay nadie disponible de verdad.
¿Puede ChatGPT ser una herramienta complementaria? Sí. ¿Una reemplazante? No.
La IA puede ser útil en muchos aspectos: para entender un concepto, para descubrir recursos de autoayuda, incluso para acompañarte con una palabra amable en una noche difícil. Pero no confundamos acompañamiento tecnológico con vínculo terapéutico.
Un psicólogo o psicóloga no te responde lo que querés escuchar. No trabaja para “darte la razón”, ni para darte consejos como lo haría un chatbot. Trabaja para que puedas encontrarte con tu historia, con tus partes rotas y con tus preguntas. Te confronta. Te ofrece una escucha ética, profesional y humana. Te ofrece un lugar y un espacio, pero no atajos ni recetas mágicas.
¿Por qué seguimos necesitando terapeutas humanos?
Porque hay preguntas que solo pueden hacerse en voz alta frente a alguien que sabe sostenerlas y alojarlas. Porque hay heridas que solo se sanan cuando un otro las ve y no huye. Porque hay palabras que solo se dicen cuando sabemos que hay alguien, del otro lado, que escucha de verdad.
En defensa de lo humano
Defender la salud mental profesional en la era digital no es negar los avances tecnológicos. Es recordar que lo más valioso que tenemos como especie no es la capacidad de procesar información, sino la capacidad de vincularnos.
Y en un mundo cada vez más automatizado, quizás lo más revolucionario sea justamente acercarnos.
Donald Winnicott lo formuló con precisión:
“La capacidad para estar solo se aprende en presencia de otro”.
Ese “otro” no es cualquiera. Es un profesional formado, disponible, con presencia subjetiva y con ética. No reacciona como un algoritmo que busca evitar incomodidad: la buena terapia se sumerge con vos en esa incomodidad, para entender qué dice de vos, qué historia guarda. Una IA no puede trabajar con esas marcas. No puede escuchar el peso del pasado que se filtra en cada vínculo actual. No puede detectar cómo un síntoma dice algo de vos, más allá de la incomodidad que genera.
Freud decía que el trabajo analítico consiste en “hacer consciente lo inconsciente”.
¿Puede una IA hacer eso con vos? No. Puede ayudarte a nombrar emociones básicas. Pero no puede entrar con vos a la trama profunda de tu historia. Nopuede interpretar. No puede devolverte algo nuevo, algo que nunca habías pensado y que te resignifica.
Como decimos en The Safe Spot:
“Sabemos que empezar es difícil, por eso simplificamos todo para vos.” Pero no lo hacemos solos: lo hacemos con personas reales. Psicólogos y psicólogas formados, éticos, comprometidos. Con escucha profesional, pero también humana.
Porque creemos en una salud mental real. Acompañada. Accesible. Profesional. Y profundamente humana.
Y como escribe Laura Gutman:
“Todos tenemos una historia emocional no dicha, y ese contenido es el que nos gobierna, aunque no lo sepamos.”
En tiempos donde todo se resuelve en un clic, nosotros seguimos apostando al encuentro-